TRES POEMAS DE EDUARDO ARROYO LAGUNA


 

 

TRES POEMAS DE EDUARDO ARROYO LAGUNA

 

     EL GALOPE DE LAS PARCAS

 

Aquí

los mortales deambulamos

trémulos,

solitarios,

envueltos

por la pátina

de deseos terrestres.

 

La luna preside

este mar de tribulaciones,

Gólgota,

mientras los lobos esteparios

desfilan

ya cadáveres vivos.

 

Truenan trompetas

anunciando el paso épico

de los guerreros

cuyos rayos

parten piedras

resucitando muertos.

 

Las parcas galopan

a tropel

en corceles negros

triturando músculos

aún ávidos de vida, tras cornos franceses,

trompas y trombones

estremeciendo al universo,

que se desborda

en maretazos

por el cosmos.

 

Al llegar el alba,

cesan los pesares,

tranzan las olas

y los mares borrascosos

se serenan

al compás del laúd y las arpas

festejando el baile de las nereidas

que danzan

abrasadas al día que nace.

 

Un violín

bello, 

gitano,

entona un himno a la vida,

a la creación. 

 

 

 

          LOMA AMARILLA

 

En la tarde solar de otoño

el canto de las aves

siembra mi alma de paz.

 

Desde cada rincón

brota vida en el bosque

colmando de esperanza

el nítido espejismo.

 

Los áureos colibríes van de flor en flor,

mientras los abejorros y las libélulas

muestran sus veloces destellos.

 

Un murmullo de tórtolas y cuculíes

exalta el silencio del azul

en la "Loma Amarilla".

 

La luz cruza verdes enramadas

en la quietud

solo interrumpida

por el cañón del trueno,

el lamento de las palomas

y el resplandor furtivo del relámpago.

 

Quedo ensimismado

por la serenidad de la tarde.

 

A la distancia,

la luna emerge.

 

Entono entonces mi oración

al universo

cuando el día se extingue

llenándome de tristeza.

 

La poesía agoniza.

 

 

 

       PRADERA ÍNTIMA

 

Tengo en mi mundo

un pueblo salvaje

de grandes amores,

Laura y Rodrigo,

mi musa Débora,

eternos en el tiempo.

 

Su prado es la belleza

con luces de colores y aromas,

gladiolos y magnolias,

buganvillas,

el cárdeno clavel,

bajando por los montes,

valquirias, 

ninfas del ensueño cual brisas,

cataratas

refrescando el alma.

 

Dulces trinan los mirlos encendiendo el paisaje

con sus pechos henchidos de alegría,

hermosos petirrojos y colibríes mágicos

ebrios de canto y flores

que liban embelesados.

 

Un halcón crispa el sosiego

cruzando cual centella el firmamento.

 

Avanzada la jornada,

las torcazas anidan en los huarangos

y su gemido tiñe el infinito.

 

Eolo sopla nubes plúmbeas

ensombreciendo el horizonte.

 

El llanto de una lechuza

anuncia la llegada del reino de la noche.

 



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